Parece que hay cosas en el contexto internacional que se contagian de unos países a otros. No pasó ni una semana después de que un ministro argentino insultara al presidente Boric para que Donald Trump hiciera lo mismo con quien gobierna Canadá, su vecino del norte.
Trump insultó al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, tratándolo primero que nada de gobernador, después de sugerir que Canadá debiera ser el estado 51 de Estados Unidos. Cuando la fanfarronería con poder nuclear accede al gobierno, hay que estar muy alerta, porque su mensaje puede generar condiciones de riesgo impensadas. Trump es legítimamente el presidente de Estados Unidos por segunda vez y será ungido formalmente el próximo 20 de enero.
Él tiene cuatro años más sin posibilidad de reelección para dejar definitivamente su huella en la historia de Estados Unidos. Por eso hay bastante nerviosismo en ese país, porque Trump sabe llamar la atención, le gusta estar en el centro de la pista y si al gobernante canadiense lo ningunea de entrada, el mensaje que llega a todos los demás es claro. Si maltrato a mi vecino así, imaginen qué puedo hacer con los más distantes.
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