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La contaminación de las energías renovables es mínima comparada con la del petróleo

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No hay ninguna duda de que las energías renovables más comunes a veces contaminan. Es un hecho que la producción de electricidad a partir de energías renovables permite a los usuarios finales reducir su huella de carbono. Sin embargo, la producción industrial de equipos (aerogeneradores, paneles solares, etc.), su construcción, mantenimiento o reciclaje, tienen un impacto real en el medio ambiente y la biodiversidad.

Contaminación de las energías renovables y el petróleo en cifras

Y si bien esto es cierto, la contaminación que se genera cuando se quema petróleo es realmente muchísimo mayor, tanto que las cifras hablan por sí mismas. La tasa de emisión de gases de efecto invernadero mide la cantidad de CO2 que genera una planta por cada kWh producido y estas son las cifras de las principales fuentes.

  • Petróleo: 840 g CO2 eq/kWh
  • Energía eólica terrestre: 12,7 g de CO2 eq/kWh
  • Energía eólica marina (off shore): 14,8 g CO2 eq/kWh
  • Paneles fotovoltaicos: 48 g CO2 eq/kWh
  • Hidroeléctricas: 4 g CO2 eq/kWh

Es importante conocer cuáles son los ‘puntos débiles’ de las energías renovables, para poder desarrollar metodologías que permitan superarlos. Los científicos y los expertos están continuamente innovando para lograr una minimización real de estos problemas.

Energía eólica

Acero, hormigón, materiales compuestos o elementos electrónicos son algunos de los miles de materiales utilizados para construir un aerogenerador, que es la forma de explotar esta fuente de energías renovables. Un dato interesante es que un mástil requiere entre 25 y 40 toneladas de acero, cuya producción emite una importante cantidad de gases de efecto invernadero.

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Las cimentaciones emplean entre 1.300 y 1.500 toneladas de hormigón armado, sin contar las infraestructuras previas, tanto viarias como ‘in situ’ que permitan montar y mantener los aerogeneradores. Como contrapartida a estos ‘puntos negativos’ está el hecho de que su vida útil no supera los 30 años y que, excepto una parte de las palas de los aerogeneradores, el resto del material se puede reciclar.

Energía fotovoltaica

Al igual que la energía eólica, los paneles fotovoltaicos requieren muchos materiales para su fabricación: cuando los paneles fotovoltaicos no contienen tierras raras, las células fotovoltaicas emplean sílice transformado en silicio cristalino, un procedimiento que requiere muchísima energía.

A este primer inconveniente se le suma un uso intensivo de productos químicos como acetona, amoníaco, peróxido de hidrógeno, ácido sulfúrico e importantes cantidades de agua (que se contamina irremediablemente), solo para limpiar las células fotovoltaicas y permitirles ser más eficientes.

El 70% de los paneles fotovoltaicos se fabrica en China, por lo que además de requerir un complejo proceso de fabricación que tiene un alto impacto negativo en el medio ambiente (contamina la vegetación, el agua, etc.), hay que agregarle los costes ambientales que requiere el traslado de dichos paneles, al resto de los países que los consumirá.

Una vez instalado, un panel fotovoltaico producirá electricidad durante unos 30 años como máximo, aunque a partir de los 10 años desciende su eficiencia. Lo positivo es que los sistemas de recepción de energía solar requieren un mantenimiento mínimo y dependiendo del uso que se les dé y la región donde se encuentren se amortizan con bastante rapidez (entre 1 y 5 años).

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Energía hidráulica

La principal fuente de energías renovables en la producción de electricidad a nivel mundial es la hidráulica. Durante su fase operativa, las centrales hidráulicas, ya sean de paso o de embalse, no consumen recursos naturales y en general no resultan contaminantes. Los equipos tienen una vida útil de entre 40 y 50 años y sus presas pueden durar un siglo y a veces más.

La construcción de estas centrales y presas que explotan esta fuente de energías renovables, puede ser responsable, según el lugar donde se lleve a cabo, de profundos trastornos ambientales y de importantes emisiones de gases de efecto invernadero indirectas (los materiales empleados) y directas (por digestión anaeróbica de las plantas durante el llenado, transporte de materiales, afectación de la biota, etc.).

Por otra parte, cuando las instalaciones de este tipo de energías renovables se quedan obsoletas, bajo determinadas condiciones pueden rehabilitarse y modernizarse, con lo que se evita el desmantelamiento, la demolición y la necesidad de nuevas construcciones, que serán fuente de nueva contaminación y que podrían resultar aún más perjudiciales para el medio ambiente.



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