Estudiando la mortalidad de los vertebrados
Las infraestructuras de transporte pueden generar afecciones relevantes sobre los hábitats naturales (incluyendo su fragmentación), modificando su dinámica de funcionamiento. Además de los efectos derivados de dicha fragmentación, las vías suponen una causa de muerte directa por atropello o arrollamiento, pero también por colisión o atrapamiento con diferentes elementos de la vía (pantallas, vallas, cables, tensores, desagües, etc.).
A pesar de los efectos mencionados, la información sobre la mortalidad de fauna ocasionada por el tráfico rodado es escasa y se encuentra dispersa en diversas fuentes. Solo la siniestralidad, entendida como colisiones con fauna que provocan daños materiales o personales, tiene una cobertura nacional y un seguimiento permanente que permite identificar las especies más afectadas y las áreas de especial riesgo. Sin embargo, la magnitud del problema para los vertebrados que no provocan accidentes de tráfico (reptiles, anfibios y pequeñas aves y mamíferos) solo se conoce a partir de estudios a menor escala que, además, no suelen ser objeto de seguimiento a largo plazo.
La proposición de soluciones resulta difícil al no conocerse la verdadera magnitud de la problemática. Por ello, cuantificar correctamente este impacto es crucial para efectuar una primera evaluación de los grupos taxonómicos más afectados y, posteriormente, evaluar consecuencias a nivel poblacional, de distribución geográfica, etc.
El documento presentado revela un dato escalofriante: las infraestructuras de transporte podrían afectar hasta a 55 millones de vertebrados al año. Por esa razón, la publicación subraya la urgencia de adoptar medidas de conservación y de mitigación que protejan a la biodiversidad de este tipo de accidentes.