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Colorida y sonora fue la celebración del III Festival Internacional de Organilleros y Chinchineros en Valparaíso

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El anfiteatro natural de la ciudad de Valparaíso volvió a ser el escenario del III Festival Internacional de Organilleros y Chinchineros Manuel Lizana, actividad que este fin de semana logró rescatar y visibilizar un oficio tradicional que forma parte del patrimonio cultural de Chile y de diversos países del mundo. Miles de asistentes pudieron disfrutar de una variada programación que puso en valor la riqueza de esta manifestación artística.

El festival tuvo como objetivo crear un espacio para el reconocimiento del oficio y sus cultores, facilitando la interacción entre los organilleros y chinchineros, la comunidad y las ferias ciudadanas. La participación de delegaciones de México, Alemania y Suiza que enriqueció aún más esta experiencia de intercambio cultural.

“Son estos oficios y estas herencias centenarias, que nos dan cuenta de que la tradición de los organilleros, de los chinchineros, también es un trabajo de resistencia, es un trabajo de disputa donde un gran esfuerzo y un trabajo se requiere para poder seguir esta tradición y poder seguir plasmándola en los más pequeños y pequeñas de nuestro país, para que así no se pierda un trozo de nuestra memoria y de nuestra historia”, afirmó el seremi de las Culturas y las Artes de la Región de Valparaíso, Javier Esnaola.

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El festival fue organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a través del Centro de Extensión Centex del Departamento Ciudadanía Cultural, y la Corporación de Organilleros de Chile. Este año, el certamen también contó con el apoyo del Servicio Nacional del Patrimonio, la Seremi de las Culturas de la Región de Valparaíso, y la Municipalidad de Valparaíso. Además, la presencia ciudadana de las ferias Sipriaval y Feria Soto 2 de Plaza Sotomayor.

Sonoridad en colores

Durante el viernes se desarrollaron tres conversatorios en Centex, los que permitieron el intercambio cultural y la reflexión acerca de la relevancia de estas tradiciones en la actualidad. Uno de ellos fue el conversatorio «Mujeres en el oficio en Chile”, que abordó la contribución de las mujeres a la tradición organillera y chinchinera. Luego, se contó con la participación de Ramón Ortiz, de la delegación mexicana, quien compartió su perspectiva sobre el oficio, seguido por Wolfgang Brommer, de la delegación alemana, quien ofreció una visión sobre esta tradición en su país.

“Estoy muy contenta y emocionada de poder asistir nuevamente a este tercer festival del señor Manuel Izana. Es emocionante ya que tuve la oportunidad de asistir al primer festival aquí en Chile. Ahora es más emocionante porque conviví nuevamente con la delegación de Alemania y Suiza”, destacó Marta Mendiola, representante de México.

El programa del festival incluyó diversas presentaciones en Plaza Sotomayor, donde familias de organilleros y chinchineros mostraron su talento y pasión por este oficio. También se rindió un homenaje a los organilleros ya fallecidos Manuel Lizana y Gustavo Muñoz. Por la tarde, destacó el espacio Chinchinódromo infantil donde las nuevas generaciones y la niñez asistente deleitó a los presentes. La activa participación del público fue un testimonio del interés y la valoración que la comunidad porteña mantiene hacia esta tradición.

Una de las actividades más destacadas del festival fue el concierto de órgano, que se realizó durante la mañana del domingo 10 en la iglesia Saint Paul del Cerro Concepción. La actividad contó con la participación artística de Marianne Grosjean, Daniel Widmer, Oliver y Mónica Dormanns, Ina Gutsch y Wolfgang Brommer, el organillero Héctor Lizana y Christian Sundt, organista de la iglesia.

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Posteriormente, se realizó un colorido y sonoros pasacalles que recorrió las calles Templeman, Papudo, Concepción y Abtao, y que culminó en la Iglesia Luterana de la Santa Cruz. En el frontis, se llevó a cabo un esquinazo, seguido de una presentación de modelos de organillos a cargo de la Corporación Cultural de Organilleros de Chile.

Otro aspecto destacable fue el vínculo que generó el III Festival entre la cultura y el comercio, situación que brindó la oportunidad de disfrutar de la gastronomía local a las personas asistentes, hacer turismo y adquirir artesanías y antigüedades.

El III Festival Internacional de Organilleros y Chinchineros Manuel Lizana pudo, de esta manera, celebrar un oficio patrimonial junto con unir a la comunidad porteña en torno a la música y la cultura tradicional.

 



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