El aumento del caudal del río Maipo, provocado por las fuertes lluvias, arrastró basura y escombros desde diversos segmentos del río y sus afluentes. El resultado fue una acumulación de dos kilómetros de palos, ramas, troncos, neumáticos y plásticos, algunos de ellos envases peligrosos químicos que se usan en la industria agrícola, en el estuario y playa de Llolleo.
«Lo que estamos viendo este año ya lo habíamos visto, pero nunca había habido tanta basura. Lo que más encontramos es plumavit y muchas botellas de plástico, además de envases de agroindustria, especialmente veneno», comenta Lily Plaza, fundadora de la ONG Ojos de Mar.
La situación ya se había visto el año pasado y es un problema que además se agrava con las marejadas, que devuelven estos residuos al borde costero, creando un círculo vicioso de contaminación.
El Humedal Laguna Llolleo, o Ojo de Mar, es un ecosistema acuático en la provincia de San Antonio, compuesto por tres cuerpos de agua. A diferencia de otros humedales en la región, mantiene agua permanente, lo que atrae a numerosas aves acuáticas. En total, alberga 115 especies de aves y diversas especies de vertebrados, como el coipo y la culebra de cola larga. El humedal ha sido monitoreado desde 1995 y hoy es considerado un hotspot de biodiversidad donde miles de aves migratorias se alimentan anualmente.
Sin embargo, la acumulación de residuos ha transformado este santuario en un vertedero. Los envases tóxicos provenientes de zonas agrícolas, como fertilizantes y venenos, representan un peligro adicional para los voluntarios que participan en las jornadas de limpieza organizadas por diversas ONGs.
Desde Fundación Ojos de Mar, enfatizan la necesidad de tomar conciencia sobre el daño causado por el uso desmedido de plásticos y se hace un llamado a las ONGs, universidades e instituciones a apoyar las labores de limpieza.