Los compromisos financieros para combatir el cambio climático deben apuntar a las personas y los países que corren mayor riesgo. Responder a la crisis climática requerirá abordar las desigualdades existentes y las injusticias históricas.
Un ejemplo es la cuestión de la deuda climática: el hecho de que los países del Norte Global hayan sido responsables del 92 por ciento del exceso de emisiones del mundo desde 1850. Para abordar este desequilibrio, el informe insta a los países ricos a cumplir sus promesas de financiar programas climáticos y garantizar que los fondos lleguen a los países más vulnerables y a las organizaciones de mujeres de base.
Aunque en la conferencia COP de 2022 se acordó un fondo para pérdidas y daños, las contribuciones son voluntarias y no se ha establecido ningún mecanismo para exigir responsabilidades a los países ricos por los daños ambientales históricos y sus consecuencias, como la pérdida de tierras, viviendas y lavaderos. debido a condiciones climáticas extremas.
Sin embargo, las reparaciones financieras son sólo una parte del programa: los países ricos también deben encontrar respuestas a los impactos no económicos del cambio climático, como el aumento de la violencia de género y el trabajo de cuidados no remunerado, y el desplazamiento de personas de sus tierras ancestrales. . resultando en una pérdida de patrimonio cultural y conocimiento.
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